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Su contenido remite a la situación de pérdida de un hijo que se espera. Una vida deseada y trunca que no se consolida definitivamente como tal porque no nace, dejando el vacío de quien que pudo ser y en quienes esperaban el nacimiento. Un tema doloroso, que es vivido por muchas personas y a menudo queda en el silencio.
La letra refleja una sensación de vacío y anhelo,
donde el "brote" simboliza la vida que no llegó a florecer, una
existencia que, aunque frágil y sin continuidad, deja una huella imborrable en
quienes la esperaban.
El abordaje de la cuestión en el texto se ha hecho, a
pedido del compositor, de modo artístico/literario (sin experiencia vivencial
personal al respecto) y con particular sensibilidad y respeto por las emociones
que involucra.
El uso de imágenes como "ocaso sin latir y sin
tiempo" y "silencio sin edad" crea un ambiente de melancolía y
resignación, enfatizando la ausencia de experiencias y recuerdos que nunca se
formaron.
Dado a conocer el vals ante distintos grupos y organizaciones
vinculados con el duelo gestacional, ha sido recibido con beneplácito.
Letra:
Sin nunca sonreír y sin llanto;
ocaso sin latir y sin tiempo.
Herida que acongoja,
que se incrusta en el pecho,
por la semilla en ser
que no naciera.
Sin luz ni oscuridad y sin tono.
Silencio sin edad y sin recuerdos,
sin principio ni final.
Un brote sin retoño
que trasciende el silencio.
Capullo sin vigor,
flor sin tiempo.
Sin tener un nombre, sin rostro y sin ver.
Fruto de la vida sin llegar a ser;
una evanescencia sin mal y sin bien,
sin un cielo azul.
Volátil cipsela,
sutil existencia en la infinitud
que puebla las almas de quien la esperó
lleno de ilusiones
y nunca la vio al mundo llegar.