En la edición de octubre de
2016 de la revista “Ensayos Académicos” (páginas 105-111) se ha publicado el
artículo “Humanidades digitales al alcance de todos”, que incluye experiencias
y reflexiones de quien lo firma, Jorge Padula Perkins, como autor de letras de
canciones y en relación con el tema.
En ese contexto, con base en
la praxis, pero también con el sostén de referencias teóricas, se presenta a
las humanidades digitales como “la libre asociación entre todo tipo de
contenidos humanísticos y los recursos de variada índole que ofrece, y promete
en el futuro inmediato, el desarrollo de
las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones”.
“Son parte viva y práctica
–dice el autor- del proceso de desarrollo de la sociedad, que nos involucra
pasiva o activamente, en mayor o menor medida, de uno u otro modo, con o sin
consciencia de ello”.
La revista “Ensayos
Académicos” es editada, desde hace 16 años, por el Instituto Superior Pedro
Goyena de la ciudad de Bahía Blanca, en la provincia argentina de Buenos Aires.
Transcripción del texto completo en este espacio:
“Humanidades digitales” al
alcance de todos.
Jorge E. Padula Perkins
En todos los tiempos, las actividades humanas se han apropiado de las
tecnologías disponibles, de las herramientas de cualquier tipo susceptibles de
ofrecer aplicaciones que facilitaran, mejoraran o contribuyeran al conocimiento,
la indagación y la difusión de la materia en cuestión, cualquiera que ella
fuere.
La información y las comunicaciones han recibido con beneplácito y
asimilado con fruición los desarrollos informáticos y el surgimiento de
Internet, desde sus primeros pasos hasta la actualidad en renovación constante.
Así “lo digital” (como referencia
abreviada a la representación de información de modo binario, como base del
funcionamiento de las computadoras y también a los sistemas de transmisión de
datos mediante circuitos y señales) se ha puesto en primer plano en los más
diversos órdenes de la actividad humana, teórica y práctica, casi sin
exclusiones.
En el mundo digital se desenvuelve el comercio, la operatoria bancaria,
el periodismo, las artes, la historia, la filosofía, el turismo, la medicina,
el derecho, la política. La cultura en todas sus facetas.
En ese marco de referencia y en un sentido amplio encuentran su espacio
en la escena académica e intelectual, las “Humanidades digitales”, una
denominación que, tomando como base la tradicional acepción de humanidades como
el “conjunto de disciplinas literarias, artísticas, filosóficas e históricas”,
la asocia a las posibilidades de interacción, comunicación, divulgación, investigación
y estudio que ofrecen las nuevas tecnologías.
A partir de ese sencillo vínculo entre las humanidades y lo digital,
expertos provenientes de diversas disciplinas pujan por proponer expresiones
que lo definan. En tal sentido, la
revista española ArtyHum ha editado, a fines del 2015, un monográfico de 113
páginas titulado “La realidad de las Humanidades Digitales en España y América
Latina” en el que reconocidos estudiosos ofrecen valiosas descripciones y
definiciones sobre el tema.
A mi entender, la era digital es a nuestros días lo que la invención de
la imprenta a la sociedad del Siglo XIX, que bien pudo acuñar la expresión
“Humanidades Impresas”. Ello desde una perspectiva de incidencia psicosocial y más
allá de los cambios de paradigmas simbólicos y de las lecturas no lineales que,
entre otros elementos, caracterizan a nuestra contemporaneidad en materia de
comunicaciones.
En este contexto, y como asevera Fainholc (2004), no hay que perder de
vista que “la construcción del conocimiento –y la creatividad, me permito
agregar- es tarea de las personas y no de los aparatos” ya que se ponen en
juego “los conocimientos que posee el sujeto, sus experiencias previas, su
selectividad referida al contenido lógico-simbólico y a lo tecnológico de los
programas informáticos de que se trate y que posibilitan el establecimiento de
links, animaciones, interacción conectiva a otras direcciones de Internet,
etc., a lo cual habrá que sumar lo socioemocional-idiosincrático de cada quien,
la pertenencia a un grupo cultural, etc.” (ídem.).
Como alguna vez ha escrito Piscitelli (2013) “Quizás lo que mejor defina
a las humanidades digitales no sean tanto las tecnologías a las que recurre
(innumerables y volátiles), ni los métodos (que provienen de los campos
consagrados más diversos), sino cierto `encuentro´ alegre y juguetón con la
representación digital en si misma”
Interpretada la cuestión como una simple asociación entre contenidos y
recursos tecnológicos (tal y como históricamente ha sucedido), me permito
proponer a las “Humanidades Digitales” como la
libre asociación entre todo tipo de contenidos humanísticos y los recursos de
variada índole que ofrece, y promete en el futuro inmediato, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la
información y las comunicaciones.
No obstante la simplicidad que entonces implica hablar de “Humanidades
Digitales”, los ámbitos académicos proponen análisis, congresos y seminarios,
cátedras específicas y hasta titulaciones de posgrado para la materia.
Lejos de ese abordaje, esta nota intenta patentizar la cercanía de
cualquiera de nosotros, poeta, cantante, compositor, escritor, autor, artista
plástico, historiador, filósofo, sociólogo, psicólogo o jurista (sin pretender
agotar la nómina) tiene o puede tener con las “Humanidades Digitales” en tanto
utilice la herramienta informática y vehiculice sus creaciones a través de
Internet.
Y en tanto su presencia en la Web se incrementa y solidifica, también el
usuario o consumidor, receptor no especializado (quizá pasivo, tal vez
interactivo) se vincula de manera indubitable, consciente o inconsciente, con
las “Humanidades Digitales”.
Resulta paradójico el modo tradicional a través del cual “actores u
observadores de las digital humanities (Humanidades Digitales)” reunidos en
París con motivo de un taller denominado THATCamp, en los días 18 y 19 de mayo
de 2010, buscan su espacio y sentido emitiendo un denominado “Manifeste des
Digital humanities” (Manifiesto por unas Humanidades Digitales). Esto es, una
exposición escrita sobre las motivaciones (Contexto, Definición, Situación,
Orientaciones), que culmina un llamado de profundo contenido expresivo y
simbólico: Rejoignez-nous ! (¡Únete a nosotros!). Esto es, al más puro y
clásico estilo de los manifiestos políticos, artísticos y sociológicos de los
Siglos XIX y XX.
La bibliografía y otras fuentes que nos provee precisamente la
tecnología a través de la búsqueda en Internet muestra, por un lado la unicidad
de criterio en cuanto a lo antes referido respecto de las “Humanidades
Digitales” y por otra parte, la especificidad que las mismas adoptan en
relación con las distintas áreas del saber, el estudio, la investigación, el
conocimiento y la creación.
De hecho son realidades y usos muy diferentes los que se enmarcan en la
asociación entre las nuevas tecnologías o “lo digital” y las múltiples ramas de
las humanidades.
Algunas manifestaciones de las
“Humanidades Digitales” en la web.
Publicaciones de envergadura como “Letralia. Tierra de letras”, revista
literaria de los escritores hispanoamericanos en Internet, en línea desde el
año 1996 (desarrollada desde Cagua, Aragua, Venezuela, que con un paréntesis
técnico entre el 2000 y el 2003 continúa editándose hasta nuestros días);
“Ensayos Académicos” publicación anual del Instituto Superior Pedro Goyena de
Bahía Blanca, Argentina, nacida y editada durante más de diez años en papel y
finalmente consolidada en línea a partir del 2014 o “ArtyHum”, revista digital
de artes y humanidades producida mensualmente en Vigo, Pontevedra, España,
desde el 2014, pueden citarse (cada una en su categoría y condición) como
ejemplos de la calidad profesional de las publicaciones que pueden encontrarse
en Internet. Son aportes y modelos del ejercicio diferenciado y específico de
las “Humanidades Digitales”.
En otras áreas, archivistas, historiadores y bibliotecarios, por
ejemplo, destacan las posibilidades de digitalización de incunables y
documentos originales para hacerlos visibles y circulantes, en principio dentro
de los ámbitos académicos y finalmente accesibles a la sociedad toda. Por citar
solo un ejemplo, el manuscrito conocido como "Vergilius Vaticanus"
(año 400), con fragmentos de la obra del poeta romano Virgilio (nacido en el
año 70 a.C.) ha sido digitalizado y está disponible en línea de manera libre y
gratuita.
Los artistas plásticos ya disponen de plataformas a través de las cuales
exhibir reproducciones fotográficas y vender los originales de sus pinturas y
esculturas.
Museos, edificios y sitios históricos pueden ser “recorridos” en paseos
virtuales tridimensionales de impactante calidad visual desde las computadoras
personales de cualquier individuo conectado a Internet.
La popular red social de videos Youtube ofrece innumerables posibilidades
de acceso a realizaciones audiovisuales de variado contenido y calidad (cine,
video, música, tutoriales, documentales, etc.), de carácter profesional o
amateur.
El desarrollo de blogs personales también constituye un abanico de
información, creatividad, imaginación, arte, política, filosofía, historia,
literatura, etc. que con variado grado de profesionalismo, arte o maestría, son
socializados a través de Internet.
Inclusive la red Facebook, ampliamente conocida y difundida, hace de
cada usuario un productor cultural que comunica ideas y pensamientos,
posiciones políticas o filosóficas, criterios estéticos, lenguas, usos y
costumbres, etc. propios o ajenos.
Second Life (segunda vida) es un interesante ejemplo de combinación de
juego con contenidos culturales. Se trata de un mundo virtual tridimensional.
Para los entendidos en la materia, más específicamente un “metaverso” (un
universo abstracto, digital y paralelo) en donde, previa inscripción y mediante
la utilización de un “avatar” (protagonista virtual personalizado) se pueden
ejecutar acciones semejantes a las de la vida real.
Pero, más allá de sus capacidades lúdicas, este producto de Linden Lab
en línea desde el año 2003, admite y ha recibido propuestas culturales de
diversa índole, que van desde recitales de música hasta un museo virtual como
es la Casa de Canarias en Second Life (que no solo participa del “metaverso”
sino también reproduce alguna acciones a través de videos disponibles en su
blog). La Casa de Canarias en Second Life es un espacio abierto a todas
aquellas personas interesadas en el archipiélago y su cultura. Un punto de
referencia canario en esta sociedad virtual, en donde tienen cabida tertulias,
presentaciones de libros, exposiciones, revistas de actualidad y otras manifestaciones
culturales referidas a las Islas Canarias.
Más allá de sus fallas de seguridad (ha sufrido, por ejemplo,
modificaciones de carácter difamatorio o agresivo en biografías de personajes
políticos) y sus características intrínsecas de apertura y producción colectiva
sin restricciones (cualquier usuario puede incluir información no sujeta a
revisión, salvo la de otros usufructuarios que pudieran detectar errores con
posterioridad) que reducen notablemente la credibilidad de sus contenidos, la
enciclopedia virtual “Wikipedia” es un modelo de tarea colaborativa en línea.
Esto es así en tanto se trata, como se dijo, de un compendio de información
provista e ingresada al sistema por contribuyentes individuales de todo el
mundo.
Mostrada como una enciclopedia de contenido libre, tiene una presencia
destacada en Internet y ubicación privilegiada en los resultados de las
búsquedas. Se desarrolla en varios idiomas y alberga infinidad de entradas y
enlaces internos y externos sobre las temáticas más variadas, al igual que
biografías de personas con actuación (destacada o ignota) en las artes, las
letras, la política, el cine, la medicina, la filosofía, la sociología, el
teatro, etc.
Condiciones de accesibilidad a
las “Humanidades Digitales”.
Siguiendo el planteo de Tedesco (2005) sobre condiciones básicas de
educabilidad en un marco de equidad social (que supone como mínimo un desarrollo cognitivo asentado en una sana estimulación afectiva, buena
alimentación y condiciones sanitarias adecuadas y una socialización primaria que incluye rudimentos de un marco básico
que permita a los niños insertarse en la escuela primaria), no se puede eludir
el hecho de que, para que exista un vínculo amigable y significativo entre las
personas (en forma individual o colectiva) y las “Humanidades Digitales”, deben
darse tales condiciones de accesibilidad y otras más específicas.
Al respecto señalaré algunas y dejaré otras a la libre imaginación del
lector o a la especificidad del uso o interés que en materias o casos
específicos pudieran patentizarse: Comprensión de textos, dominio del
vocabulario, internalización del “aprender a aprender”, hábitos de estudio e
investigación, habilidades para el ordenamiento y la estructuración lógica de
conceptos, cultura general, sensibilidad estética, habilidades para el uso de
herramientas informáticas, capacidad para la asimilación y comprensión de
propuestas diferentes (Padula Perkins, 2008).
Parafraseando a Tedesco (ídem) y a un interrogante propio, dejaré
pendiente la respuesta a esta pregunta: ¿Cuánta equidad social es necesaria
para el aprovechamiento exitoso de las “Humanidades Digitales”?
Como puede notarse (dadas ciertas condiciones básicas), de las “Humanidades
Digitales” son protagonistas, usuarios, desarrolladores y beneficiarios, tanto
quienes actúan en ámbitos académicos, como quienes están ajenos a ellos. La
comunicación se ha tornado multidireccional y todas las personas tienen la
posibilidad de ser no solo receptores sino también emisores.
En ese contexto, se presenta el desafío de tener que distinguir y
seleccionar entre la riqueza y la pobreza de contenidos. El reto personal de
valoración de las fuentes y cotejo de información en el caso de estudiosos o
investigadores. La posibilidad de
enfrentarse a expresiones artísticas desconocidas y tener que valorarlas por si
mismas, sin los contextos físicos o informativos que tradicionalmente las
rodeaban y/o precedían. De ser, como el “oyente emotivo” de la clasificación en
la que Theodor Adorno ubicaba a los oyentes de la música: Desinformado y por lo
tanto abierto a valorar a través de su propia emoción (Monjeau, 2008).
Si bien Internet revierte en gran medida “el monopolio de hechos de los
medios de producción y difusión a gran escala de la información” que preocupara
a Bourdieu (2007), acentúa la importancia de las condiciones de producción que
generen el acceso al conocimiento, si se pretende que “cada vez más gente reúna
las condiciones necesarias para apropiarse de lo universal” (ídem), dado que
“democratizar y afianzar la sociedad del conocimiento no implica solo el acceso
a las tecnologías”, como advierte Fainholc (2004), sino también “comprenderlas,
apropiarlas crítica y reflexivamente y otorgarles un sentido personal y
sociocomunitario” (ídem.).
Debe entenderse también que el vínculo entre las “Humanidades Digitales”
y las personas y grupos requiere de un deseo, gusto o necesidad (explícito o
implícito) de parte de éstos. Ya que es a partir de una realidad conocida y
reconocida, desde donde se estimula la identificación de los actores como
sujetos participantes de la cultura y pueden ponerse en acto “mecanismos de
empatía y motivación tendentes a incentivar su participación en vivencias
culturales novedosas que los enfrenten con situaciones hasta entonces ocultas
en la negación o en la ignorancia” (Padula Perkins, 2015).
“Humanidades Digitales” en una
experiencia personal.
Como autor de letras de canciones, he podido hacer un abordaje empírico
sobre algunos aspectos de las “Humanidades Digitales” que, en base de un
artículo publicado al respecto, voy brevemente a comentar (Padula Perkins,
2016).
El desarrollo tecnológico del que se ha dado cuenta precedentemente fue
ofreciendo, en distintas y distantes etapas, herramientas para la mediatización
del vínculo creativo entre el autor y el compositor. En la actualidad las
nuevas tecnologías permiten superar tiempos y distancias con facilidad. Autores
y compositores que no se conocen personalmente, que viven a miles de kilómetros
de distancia o que aun estando relativamente cercanos no pueden hacer coincidir
sus tiempos disponibles para concretar encuentros personales, hallan en estas
tecnologías (archivos de audio, programas para escritura de partituras, correo
electrónico, Skype, Facebook, Youtube, etc.) a mediadores amigables y sumamente
prácticos a la hora de adentrarse en el proceso de producción artística.
En relación con los intérpretes, también las tecnologías cumplen un rol
importante ya que en muchos casos los compositores graban pistas que, siempre a
la distancia, envían a los cantantes para
que graben sobre ellas su voz (e inclusive algún otro instrumento).
Obviamente, también puede vehiculizarse con facilidad la partitura escrita o
cualquier otro tipo de notación musical.
Las posibilidades de comunicación entre autor y/o compositor e
intérpretes tendrán formas semejantes a las ya mencionadas, amén de la libertad
de la que estos últimos deben gozar para formular su arte desde una perspectiva
personal y también creativa.
En cuanto a la protección del derecho de autor, más allá de la vigencia
y funciones legales y operativas de las sociedades de autores y compositores
que en cada país nos representan, Internet ofrece modernas formas de protección
de los derechos morales. A modo de ejemplo valga mencionar sitios como Safe
Creative, Creative Commons o Músicas Registradas. Con distintas características
y formas de funcionamiento, este tipo de espacios resulta apto para la
protección de los derechos básicos, aunque no así para los económicos, que son
materia exclusiva de las sociedades de autores y compositores que no solamente
resguardan derechos sino también actúan como entidades recaudadoras.
Finalmente y dentro del contexto de las piezas musicales, cabe la
mención de las amplias posibilidades de difusión de obras que Internet ofrece.
Espacios tales como Youtube (video), Reverbnation (audio) son paradigmáticos
entre muchos otros aptos para la difusión de material audiovisual y de sonido.
Secundariamente, las piezas alojadas en esos sitios pueden luego ser
compartidas y reproducidas (mediante enlace o inserción) en blogs, medios
periodísticos y redes sociales como Facebook (que también puede alojar videos
de manera directa), Twitter o Google +, entre otras.
Otra alternativa para la difusión de composiciones musicales es la de la
generación de códigos QR, del inglés Quick Response (código de respuesta
rápida), que es un módulo para almacenar información en una matriz de puntos o
en un código de barras bidimensional. Ello permite la lectura (y consecuente
acceso directo) a través de teléfonos celulares.
Como puede advertirse a través de esta experiencia personal, en el campo
de las “Humanidades Digitales”, la creación de autores y compositores de música
y su socialización a través de los intérpretes (como así también de la difusión
de letras y partituras) forma parte de una realidad cotidiana y fácilmente
apreciable en las redes sociales.
No está demás decir que las canciones, la música popular, es emergente y
transporte de culturas en sus más diversas manifestaciones, que van desde la
significatividad del género musical (o su ruptura, creación o recreación),
hasta los contenidos emocionales, sociales, históricos, psicológicos,
geográficos y de otro tipo que estuvieran tácita o explícitamente incluidos en
las letras.
Comentario final pero no de
cierre.
Como se ha podido advertir, el de las “Humanidades Digitales” es un
mundo cercano, a la vez académico y popular, tanto como lo son las humanidades
(que remiten de uno u otro modo a nuestra propia condición de persona) y “lo
digital” (presente en el cotidiano quehacer de millones de ciudadanos del
mundo).
Las “Humanidades Digitales” son parte viva y práctica del proceso de
desarrollo de la sociedad, que nos involucra pasiva o activamente, en mayor o
menor medida, de uno u otro modo, con o sin consciencia de ello.
Las “Humanidades Digitales” no son una oscura materia de estudio
destinada a élites específicamente formadas e informadas al respecto. Son
expresiones, diversas y en constante
cambio, de la riqueza de la filosofía, del arte, de la historia, de las letras
y de otras manifestaciones del pensamiento y de
la creatividad humana puestos en acto
y disponibles de manera cada vez más accesible para todos.
“Humanidades Digitales” al alcance de todos. Un camino a recorrer desde
lo individual y colectivo en la sociedad del conocimiento.
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