sábado, 12 de diciembre de 2015

Venezuela, Brasil, Argentina y una canción… “Engarzados”


Una vez más, las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones resultan facilitadoras del encuentro artístico más allá de las fronteras.

De voz profunda y sensual, Mabel Idrogo es una cantante venezolana discretamente distanciada del desempeño profesional como tal, pero siempre dispuesta a poner su voz y su corazón en torno de las melodías que la seducen, 
la llevan por caminos de añoranza o le imponen un desafío vocal.

Daniel Scarlatta, compañero de vida de Mabel, es un argentino que dedica gran parte de su tiempo libre a dar rienda suelta a su gusto por cantar.

Ambos interpretan piezas musicales de distinto tipo en redes sociales, entre ellas Youtube y, en no pocas ocasiones lo hacen juntos, simplemente como “Mabel y Dany” (o “Dany y Mabel”, si es ella quien accede a la red).

En esta ocasión se han apropiado amorosamente de la creación del poeta argentino Jorge Padula Perkins y el compositor brasileño Ataides Côrtes titulada “Engarzados” y con su versión homenajean de manera simultánea e inseparable al amor y al canto.

Con pista original de Ataides Côrtes y arreglos vocales propios Mabel Idrogo y Daniel Scarlatta, “Mabel y Dany”, como ellos con humildad se presentan, nos obsequian entonces esta versión de “Engarzados”


La letra:

Aunque afuera llueva tanto y haga frío
nuestro amor está contento y al abrigo,
acogido en la emoción,
corazón a corazón,
y decidido.

Aunque arrecie la tormenta amenazante,
nuestro mundo se reduce a los latidos,
que aceleran la pasión,
corazón a corazón,
en este instante.

Aunque tan desapacible la jornada,
en nosotros es un canto de alegría,
por brindarnos al amor,
corazón a corazón,
vida con vida.

Aunque todo se oscurezca en el entorno,
la ilusión en nuestras almas se ilumina
con un brillo embriagador,
corazón a corazón,
y sin retorno.

ESTRIBILLO:

Tu y yo…
engarzado en la joya del amor, y
en un encuentro abarcador
de las caricias y el placer
  
... amalgama singular del hacedor,
percibiendo que no existe nada más
que el abrazo, las miradas
y el querer.

Tu y yo...
enlazados en un moño de ilusión,
convencidos de que el mundo es para dos,
con mil besos y caricias 
en la piel.

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