miércoles, 13 de enero de 2016

Bella voz venezolana para una “Añoranza de amor en tango”

     
Aunque alejada de la actividad artística, la venezolana Mabel Idrogo es una cantante inquieta, dispuesta a deleitar con su admirable voz a los públicos que frecuentan distintas redes sociales.

      Amante indiscutida de la música de su tierra, es asimismo de espíritu abierto a los más variados ritmos, entre ellos el tango, género rioplatense en el cual su voz ha incursionado, con gracia y belleza, en repetidas ocasiones.

     En esta oportunidad Mabel ha grabado la versión original, estreno para el mundo, de la creación tanguera de Rodrigo Uriarte Stottuth, con letra de Jorge Padula Perkins que lleva por título “Añoranza de amor en tango”.
     Sobre pista original en piano interpretada por el propio compositor, Mabel Idrogo vocaliza con compromiso artístico y emocional los versos que rememoran la dicha de un amor perdido en las nubes del tiempo.

Era, aquel mi tiempo de vida;
la lavanda florida perfumaba el jardín.
Era, ese mi tiempo de amores
y tus ojos azules se fijaban en mi.
Era, ese mi tiempo de amores
y tus ojos azules se fijaban en mi.

Eran, esos mis días de dicha,
modelaban mis manos mil caricias en ti.
Eran, bellas las tardes de soles
que entibiaban amores y me hacían feliz.
Eran, bellas las tardes de soles
que entibiaban amores y me hacían feliz.

Hoy se desangran mis días
porque sin tu sonrisa ya no sirve vivir.
Laten, vivos recuerdos de amores,
cadena de dolores que no alcanza su fin.

Miro, veo tu silla vacía,
y se agranda la herida que en mi alma escondí.
Vibran, lloran en mi bandoneones,
que evocan a ese tango que fuiste y que fui

(Instrumental)

Eran, esas horas de alegria,
y volaban pasiones en un ritmo sutil.
Eran, eran de estrellas las noches
y entre sábanas blancas el amor era añil.
Eran, eran de estrellas las noches
y entre sábanas blancas el amor era añil.

Hoy se desangran mis dias
porque sin tu sonrisa ya no sirve vivir.
Laten, vivos recuerdos de amores,
cadena de dolores que no alcanza su fin.

Miro, veo tu silla vacía,
y se agranda la herida que en mi alma escondí.
Vibran, lloran en mi bandoneones,
que evocan a ese tango que fuiste y que fui

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