El bombardeo de Guernica fue una agresión contra la población civil vasca de aquella comarca, por parte de la aviación alemana e italiana, que combatían en favor del bando sublevado contra el gobierno de la Segunda República Española.
Con un resultado estimado de más de mil seiscientos muertos, gran cantidad de heridos y la destrucción de muchos edificios, los aviones descargaron sobre Guernica bombas explosivas, bombas incendiarias y ráfagas de ametralladoras.
La destrucción fue tan grande que provocó un intenso humo que cubría el pueblo mientras continuaban los bombardeos. Los incendios pudieron ser sofocados recién al día siguiente mediante el esfuerzo de los pobladores ya que no existía un cuerpo de bomberos.
La Casa de Juntas de Guernica (histórico lugar de reunión de las asambleas que regían Vizcaya y sede de su archivo histórico) y el anexo árbol de Guernica no resultaron dañados. El roble fue testigo de aquel trágico momento histórico y consolidó entonces su valor simbólico ancestral para el pueblo vasco como emblema de libertad y de paz.
Versión original en la voz de Nery González Artunduaga.
La letra.
El árbol fue testigo de los gritos de espanto;
silencioso testigo de la
sangre y del llanto.
El roble que en Guernica
enterró sus raíces
y acompañó a la vida en los
tiempos felices.
La planta silenciosa
soportó los estruendos
y se alumbró en las llamas
de los crudos incendios.
Sus ramas se enlutaron con
las almas en duelo
y sus hojas sufrieron el
temor por los vuelos.
Los pájaros dejaron con
pavor su follaje,
mientras gente corría,
buscando resguardarse.
Y después de las bombas,
desolación y ruina
y el árbol, conmovido,
sosteniendo la vida.
Porque el roble no es solo
hojas, ramas y fruto.
Es símbolo del pueblo; de
Guernica atributo.
Emblema libertario de
vascos y Vizcaya
que al horror de la guerra
contrapone esperanza.
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