Nuevo disco de Carla Pugliese: “Milonga sola”, música instrumental con el alma viva de sus letras.

Carla Pugliese presenta su nuevo CD, como compositora e intérprete de diez piezas musicales, pinceladas inequívocas de la creatividad y valor estético de su presente artístico. 

Si bien es una obra instrumental, incluye temas con letra propia, con Axel Mastronardi y de Jorge Padula Perkins ("En una calle cualquiera" y "Soñé un abrazo"), partes constitutivas indivisibles del espíritu de cada pieza.

Grabado, mezclado y masterizado por Alejandro Saro en los estudios ION de Buenos Aires, Argentina en julio de 2012, “Milonga sola” vuelve a poner en primer plano de la música nacional e internacional, la producción discográfica de Carla, iniciada allá por el año 2004.

“Milonga sola” (2012) incluye las últimas creaciones de Carla Pugliese en materia de composición y suma la novedad indiscutible de su interpretación en bandoneón, hábilmente incorporada al conjunto de sonidos que la tienen como protagonista absoluta.

“Milonga sola”. El contenido

 Las obras que en versión instrumental componen este CD son

01.- Milonga sola

02.- Soñé un abrazo (letra de Jorge Padula Perkins)

03.- El día que vino salió el arco iris (letra de Carla Pugliese)

04.- Un tanguito

05.- Milonga de insomnio

06.- El tango del día de la madre (letra de Carla Pugliese y Axel Mastronardi)

07.- En una calle cualquiera (letra de Jorge Padula Perkins)

08.- Tangola

09.- Axel

10.- Nuestro campito en la luna (letra de Carla Pugliese y Axel Mastronardi)

- Fragmento de la letra de "En una calle cualquiera" - 

En una calle cualquiera

de Buenos Aires

se me atraviesa un tango

sin un porqué.

Veredas o ventanas…

cualquier esquina,

se  hace melodía

en fa o en re.

Viajando en colectivo

por Buenos Aires,

evoco sonidos

de un bandoneón

y siento que es el tango

que está en el aire

y viene a saludarme

sin ton ni son.

- Fragmento de la letra de "Soñé un abrazo" -

Anoche le di un abrazo

como nunca le había dado.

Sentí mi alma vibrando

desde el pecho hasta las manos.

Le conté sobre sus nietos,

esos que no conocía,

y me miraba sonriente:

¡Yo creo que lo sabía!